
Dice la cancillería británica, que por motivo de la visita del pontífice, lanzará una línea de condones llamados “benedictos”. Festejamos la chanza diplomática. La doblamos; si el Vaticano saca su propia marca de preservativos, debería lanzar una línea especial decorados con motivos infantiles, proveeduría especial para los pederastas de sus filas. “Dejad que los niños vengan a mí” Conociendo esta complicada perversión eclesiástica, y su tozudo discurso contra el aborto, podemos concluir: Permitir el aborto reduciría ostensiblemente la cantidad de victimas sexuales de la Iglesia y se sabe que en la cantidad de amantes está la diversión.
Con ajustada perspicacia el oyente habrá notado que no nos simpatiza la Iglesia. Es verdad que es un poco ventajero aprovechar el escándalo mediático para embocarle otro golpe al vapuleado Vaticano. De todos modos una risotada al respecto, puede escandalizar alguna vieja adornada con rosarios, pero no cambia mucho las cosas. Después de este comentario ni siquiera bajarán las acciones de las empresas armamentistas que la Iglesia tiene en La Bolsa. Pero como bien dijo el poeta argentino Néstor Perlongher, “En medio de tanta insensatez, la salida más elegante es el humor”.
Que no se nos tergiverse la risa. Estamos de acuerdo con que las personas utilicen los libros, visiones, ritos e imágenes que deseen para incentivar su espiritualidad (y solo cuando es eso, hagamos de cuenta que el sol no existe y olvidemos las guerras santas y cruzadas por un momento) Pero estamos en desacuerdo con que las religiones prendan en las personas por pura tradición, sin una evaluación individual mediante. Idea que aplicamos a muchos aspectos.
Invitamos, entonces, a colgar signos de preguntas por doquier, como adornitos a un árbol navideño, y festejemos así, no el nacimiento de un mito, sino el de una duda.
Intro de HLQQ 16
Autor: Walter Godoy
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